Nuevitas, 11 jun.- Juan Carlos fue mi maestro. Cuando nuestros hijos comienzan la escuela queremos para ellos al mejor maestro y siempre viene a nuestra mente aquel que dejó en nosotros una huella imborrable, así sucede en este pueblo con el maestro Juan Carlos quien ha enseñado a varias generaciones y no solo de sanmigueleños, pues comenzó a trabajar con solo 17 años en Camalote, luego en San Miguel, ocupó diferentes cargos de dirección, cumplió misión internacionalista en Angola y años más tarde en el municipio Jimaguayú. Se jubiló en el 2010 para reincorporarse tiempo después a realizar la labor que tanto ama.

Pero a Juan Carlos no se le recuerda por la suma de lugares donde trabajó, ni por su larga trayectoria, sino por las cualidades que posee, los valores que transmite y su entrega a la profesión; qué decir de él sin que se convierta en frases repetidas, enseña a sus alumnos no solo letras y números, los enseña a traerle una flor a la amiga, al maestro, al busto de Martí; cuando es necesario llamarle la atención a un niño, lo hace con tanta dulzura que no percibimos el regaño; pocas veces se enfada y siempre trata de convencer utilizando su mejor arma: la palabra. Ahora lo vemos venir cada mañana a su aula, con los años reflejados en su rostro pero no en su espíritu, y no son pocos los que aseguran qué bueno, él fue mi maestro y ahora es el de mi hijo, no ha cambiado en nada, siempre con el mismo brío y el deseo de formar a las nuevas generaciones. Estamos seguros que de él, de Juan Carlos Rivero Ramírez, se hablará por mucho tiempo pues ya ocupa un lugar importante en el magisterio cubano y mejor aún, en el corazón de todos los que han sido sus alumnos. Crónica #Somos Cuba #Somos Continuidad #Cuba por la vida (Foto y texto: Oristela Almanza Alvarez y Brayan Bazán López)